Cristo céntrica y Mariana : el Espíritu Santo nos revela a Cristo y nos conduce a él; por su arraigo en la vida cotidiana y en la misma estructura humana, motivando a una convivencia dialógica el Espíritu Santo, que es Amor, nos mueve al intercambio y a la entrega, a la reciprocidad y a la comunión a través de:
Nos lleva a vivir unánimes teniendo una sola alma y un solo corazón hacia Dios para anunciar así la comunidad trinitaria; que nos invita a ser felices compartiendo en familia. Cristo es el centro de unificación personal y de comunión entre nosotras; María Inmaculada es la protectora de la Congregación por la especialidad de nuestro fundador con ella, sentimos que es la MADRE amorosa, tierna, sencilla, humilde, que marca la espiritualidad en nuestra vida de mujeres consagradas.
Cristo Eucarístico nos une a la vida de Jesús de Nazaret, a su muerte y su resurrección.
El Señor vivo en y entre nosotras.
El amor a la Iglesia Por el Bautismo, todos los fieles nos convertimos realmente no sólo en seguidores de Cristo, sino en miembros de su Cuerpo místico, partícipes de su sacerdocio. Todos los bautizados, en efecto, hemos recibido el sacerdocio común de los fieles, en virtud del cual estamos llamados a cooperar en la misión que Él vino a realizar en la tierra, este deseo era también fundamental para nuestro Beato Ciriaco Sancha, de ahí lo primordial para nosotras, ser fieles a las normas de la iglesia y sobre todo estar prestar a colaborar y apoyar todos los proyectos y planes en beneficio de la iglesia, haciendo presente el REINO por la fraternidad universal, el amor, la justicia y la paz.
Para nuestro fundador, la religiosa Sanchina tiene que ser una mujer apasionada por Cristo feliz, viviendo su consagración en el servicio alegre y desinteresado, sencilla, humilde, detallista, agradecida, emprendedora, de un amor entrañable hacia las personas mas necesitadas, sintiendo en ellas la persona de Jesús.
Congregación Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha